Educaiguales

Balance de la 4ª semana de #Educaiguales
Mar 30, 2020

Seguimos a tope con el MOOC "Educar en Igualdad (4ªed.)". En esta cuarta semana nos hemos acercado a otro de los ámbitos que consideramos ejemplifica las desigualdades que seguimos sufriendo mujeres y hombres actualmente: el laboral. Aquí, conceptos como el techo de cristal, la doble jornada, la brecha salarial, o la corresponsabilidad son relevantes para comprender cuál es la estructura del mercado de trabajo que no solo discrimina a las mujeres sino que minusvalora los trabajos feminizados. Y es que este último es otro de los aspectos que hemos abordado: la elección de profesiones en función del género.

Todo ello con la intención no solo de visibilizar esas desigualdades sino de pensar en posibles estrategias para poder abordarlas desde el ámbito educativo, especialmente relevante se hace la intervención con las niñas y los niños, ampliando su marco de referentes también a la hora de elegir “qué quieren ser de mayores”. 

El ámbito laboral ha sido uno de los primeros en donde el movimiento feminista ha visibilizado y denunciado la existencia de desigualdades de género. Desigualdades que tienen que ver con el acceso (segregación horizontal y vertical), con la remuneración (brecha salarial), con las condiciones de trabajo y con la consideración social que tienen trabajos “feminizados”, que no femeninos, y “masculinizados”, que no masculinos. En torno a estos elementos girará nuestra reflexión de esta semana, ampliando nuestra mirada haciendo referencia también a lo que se considera trabajo, diferenciando entre trabajo y empleo, y cómo, hoy más que nunca, los cuidados se tornan centrales en el mantenimiento o sostenibilidad de la vida (Pérez Orozco, 2006). Veamos algunas de estas cuestiones de forma detallada. 

Hoy día, casi son de dominio público y uso generalizado conceptos como techo de cristal o brecha salarial. El primero está relacionado con la segregación ocupacional por género, es decir, la distribución desigual de mujeres y hombres en la estructura ocupacional o los distintos sectores productivos. Segregación que puede ser vertical, esto es aquella que refleja el desigual reparto de mujeres y hombres en la escala jerárquica, ocupando los varones los puestos más altos, el conocido como techo de cristal; y la horizontal, por la que unas y otros se concentran principalmente en ocupaciones y ramas de actividad diferentes, es decir, aparecen trabajos feminizados y otros masculinizados. Esta última cuestión se aborda menos por parte de los medios de comunicación pero es igualmente relevante porque está acompañada no solo de una mayor precariedad en el empleo o una menor remuneración en trabajos “feminizados” (la brecha salarial), sino de una menor consideración social de los mismos. Resulta muy evidente cuando analizamos qué términos empleamos para nombrar las mismas ocupaciones, sean estas consideradas femeninas y, por lo tanto, realizadas en el ámbito doméstico y sin remuneración, o masculinas, es decir, realizadas en el mercado laboral. Incluso cuando ambas son remuneradas, no son nombradas ni consideradas de la misma forma, nos vienen la cabeza pares tales como: chef/cocinera; modisto o sastre/costurera; estilista/peluquera; etc. que reflejan de forma clara ese desigual valor social. Así, cuando un chico o una chica hacen una elección profesional no acorde a su género se enfrentan a distintas situaciones. En el caso de los chicos, cuando se insertan en profesiones o cursan estudios “feminizados” (Trabajo Social, Enfermería o Magisterio, por poner algunos ejemplos), deben hacer frente a cuestionamientos relacionados con su orientación sexual, por pensar que son afeminados, y, además, al igual que las chicas, arrastran la escasa consideración social de estas profesiones. En el caso de las chicas, cuando acceden a estudios u ocupaciones masculinizadas se encuentran en muchas ocasiones con que no se aprecian de la misma manera sus aptitudes que las de los varones y se ven obligadas a esforzarse mucho más que ellos para demostrarlas. Tienen que estudiar o trabajar mucho más y mejor que sus compañeros varones con el fin de demostrar su valía. Además, habría que tener en cuenta, como nos dicen desde la ONG SURT  que la discriminación de género que existe en el trabajo productivo, tanto a nivel horizontal como vertical, se ve todavía más acentuada con la pertenencia a algún grupo étnico o religioso diferente del referente tradicional europeo y español en particular. Al cruzar género, trabajo y etnia se evidencian aún más las desigualdades que afectan a las mujeres, que ocupan el último y más bajo escalón socioeconómico.

Es decir, dos serían los aspectos a abordar, por un lado, mejorar las condiciones materiales de realización de los trabajos feminizados, promoviendo, así mismo, que las mujeres accedan a puestos de responsabilidad; y, por otra, deconstruir los estereotipos y consideración social que existen en torno a las ocupaciones, partiendo de una diferenciación fundamental: empleo vs. trabajo. De forma muy básica, el primero sería aquel trabajo por el cual una persona recibe una remuneración económica, mientras que el segundo englobaría todas las actividades, remuneradas o no, cuyos resultados proporcionan bienes y servicios a las personas y sirven para su reproducción. Este último es un concepto fundamental a la hora de abordar el trabajo de forma crítica: la reproducción de la vida. Distintas autoras feministas (Carrasco, 2001; Pérez Orozco, 2006; Torns, 2008; Comas D’Argemir, 2019) vienen reivindicando la necesidad de “poner los cuidados en el centro”. Es decir, se trata de “centrarse explícitamente en las formas en que cada sociedad resuelve sus problemas de sostenimiento de la vida humana” (Carrasco, 2001: 12). Se trata, por tanto, de “desplazar el núcleo analítico del mercado a las personas; de las necesidades que implica la producción de mercancías y el beneficio, a la satisfacción de las necesidades humanas” (Carrasco et al., 2001: 3). Esto, a nuestro juicio, serviría, primero, para revalorizar todo el trabajo de cuidado, invisible e invisibilizado, sea este en forma de empleo (cuidadoras, trabajadoras del servicio doméstico, maestras, etc.) o no (el trabajo de las mujeres en el hogar). 

Todos estos aspectos se han trabajado a lo largo de esta cuarta semana en el MOOC, mediante dos tareas sobre todo. La primera consistía en reflexionar, a partir del visionado de un video, acerca de los estereotipos, algo que hacen VeroR  en su blog o MariaMC que  además nos aporta un recurso extra para el curso en su blog.  Por su parte, Begoña Otero nos cuenta cómo lleva a cabo su tarea como orientadora, proporcionándonos también acceso a otro material en su blog

La segunda tarea ha consistido en recopilar y compartir ejemplos de mujeres u hombres que se hayan insertado en espacios no tradicionales, desde un punto de vista de género. Aquí, Mirtha Florez Hernandez nos trae a la científica de la NASA Katie Bouman en su blog, reivindicando la labor de esta ingeniera de computación en el descubrimiento de los agujeros negros. Mientras que mulasalvaro quiere poner un ejemplo cercano, el de su amiga María Bores, futbolista profesional, en su presentación. Un caso similar sería el de pauherpom,  con su prima Carmen, informática madrileña afincada en Alemania por cuestiones laborales, para la que  ha creado un vale para pasar 48 horas con su familia cuando el confinamiento termine. También en el mundo del deporte está el ejemplo de AnaCristina_fr, la cual nos trae a Guadalupe Porras Ayuso, primera linier de Primera División en su blog

Por último, también al hilo de reivindicar una figura no tradicional, se os pedía que dierais alternativas para una educación igualitaria, algo que hace, lafube, reflexionando acerca de su propia experiencia al cursar Magisterio, una carrera feminizada, proponiendo pautas para que eso no implique su minusvaloración. Podemos ver su magnífico resultado aquí. Por su parte, MiriamLeal nos da claves acerca de cómo superar el machismo imperante en el deporte, recuperando la figura de la atleta de tiro con arco Deepika Kumari, en su blog. Finalizamos con el original trabajo de IsaPardo, reivindicando el trabajo de una mujer árbitra de forma creativa y divertida.

Gracias por vuestro trabajo y seguimos avanzando en el MOOC con nuevas ideas, actividades y reflexiones.

Os recordamos que todavía están abiertas las inscripciones y que podéis apuntaros desde este enlace.

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